Las visten como putas

Llevaba paso firme, rápido. Pero más que tener prisa, parecía llegar tarde. Sus cabellos, entregados sumisamente al viento, ofrecían una imagen despreocupadamente seductura a simple vista. Era la típica mujer que te hace girar bruscamente la cabeza cuando te la cruzas. O al menos eso dictan los cánones sociales que nos rigen hoy en día.

Sin embargo, ese don innato como lo es la belleza, puede ser tu peor adversario.

Sus ropas, minúsculas, dejaban entrever una figura marcada por la preocupación física, delgada, aunque sin alcanzar el extremo de la desnutrición. Altas botas, cuyos tacones impedían a la muchacha caminar con normalidad, otorgándole una dificultad más a su ligero caminar.

Pero lo más llamativo no era su vestimenta, sino la imagen que trataba de dar al mundo. Sus labios, impregnados en una pintura roja, carecían de naturalidad, parecían artificiales. Y su tez, tal vez pálida en una situación cotidiana, se ocultaba tras una cortina de abundante maquillaje, lo que potenciaba su similitud con una muñeca de porcelana.

Por dios, ¿dónde se esconde la discreción hoy en día?

¿Dónde la sencillez estética?

Seguiré buscándola.