El miedo

Su mirada decía algo. No sabía el qué. Ella era diferente, como realmente debería ser una mujer. Supongo que nuestra sonrisa nos delató. La confianza se lanzó desde un primer momento. Desde la primera noche noté que había algo. Nos besamos de forma distinta, probablemente con demasiada pasión.

La noche no quería que yo saliese, pero ella me dijo que sabía que yo iba a salir, era cierto. El esfuerzo mereció la pena.

Sentía demasiado, demasiado para lo que ella sentía. La miraba y la tranquilidad se apoderaba de mí.

Ella era agradable, discreta, sensata pero a la vez enigmática. No decía sus sentimientos, tampoco los ocultaba, simplemente los mostraba cuando verdaderamente lo sentía. Esos momentos que compartí con ella eran los mejores.

Supongo que las cosas si no son complicadas no tienen ni la mitad de gracia, si no hay reto, no hay ilusión. Pero oigo voces, vienen de dentro, son los viejos fantasmas y me presentan a un temido amigo: el miedo. Él es un hipócrita, te dice que tranquilo, que el solo está por hay de paso, pero tu sabes que es mentira, está cogiendo asiento para los días posteriores, se está asentando dentro de tu cabeza. No puedes echarle, es un jodido gordo pesado y cuanto más piensas en él más tiempo comparte contigo. Él te manipula, está esperando que le escuches un momento para que saques la bestia que llevas dentro y cierres el chiringuito.

Ella no llama, sí ejerce como tal, pero solo cuando poseemos nuestros cuerpos.

Comienzo a dudar de sus sentimientos...noto que viene..ahí está..me empieza a susurrar cosas y yo no puedo evitar creerle y empezar a temblar...si..ahora mismo ya está dentro de mí...ya no puedo seguir escribiendo.