Cantando bajo la lluvia

Supongo que en el fondo siempre la he odiado. Tan bella ella, y tan inerte en ocasiones, que no se deja dominar por nadie. Y en lugar de discutir con el único enemigo que se le ha cruzado en su existencia,el veloz y alocado viento, decide aliarse con él para así acometer con más furia y desenfreno sobre su objetivo.

Sin embargo ayer no me importó encontrarme repentinamente con ella. Su mirada era más gélida que de costumbre, y parecía alterada por alguna (meteoro)lógica razón, pero yo iba defendido por mi siempre fiel escudero.

Cuanto más miraba a mi alrededor, más furiosa estaba, por no poder alcanzarme, y yo más le sonreía, tentando mi suerte, por otra parte. La gente le temía, y trataba de resguardarse de su agresivo paso, pero yo caminaba como si un aura energética me dispersara toda agresión suya, concediéndome un poder casi divino. Era incluso feliz en esos instantes, sintiéndome superior a ella, superponiéndome a todos sus diminutos y húmedos placajes.



Conseguí llegar a mi destino sin rasguño alguno, acabando así con el frente que se me había levantado sin deseo alguno, y me atrincheré en casa.

Cuando me he levantado hoy, ahí seguía, invitándome a bailar una vez más.

Y vale que ayer me sirvió para crear esta inesperada metáfora, pero joder, no soy gilipollas, hoy la he visto desde la ventana, y me he metido en la cama a leer.

Hasta ahora.